Borja Sobrón es miembro de la ONGD desde 2006, vicepresidente de la organización y actual coordinador del Plan de Salud. En esta entrevista nos relata la importancia de que el proyecto continúe adelante para la mejora de la salud de los niños cameruneses
¿Cuál fue el detonante para poner en marcha este proyecto? Tras varios años trabajando y realizando campañas de salud itinerantes en la región de Bengbis, nos habíamos percatado de la gran frecuencia que tenían enfermedades como la diarrea y los parásitos intestinales en la población infantil. Según los informes del Ministerio de Salud pública, la diarrea es una de las primeras causas de mortalidad y los parásitos intestinales la primera causa de que los niños en edad escolar estén enfermos.
Para conocer el estado real de salud de los niños y la repercusión de estas enfermedades Zerca y Lejos realizó un estudio ¿cómo se llevó a cabo? Desde el año 1985 no se había realizado ningún estudio de prevalencia de parásitos intestinales en la provincia del sur de Camerún. Aún así, el programa Nacional del Gobierno distribuía desde hacía muchos años un medicamento de forma gratuita a toda la población para controlar la enfermedad. Nadie sabía si realmente estaba siendo efectivo ni si estaba llegando realmente a toda la población.
El estudio, diseñado con el apoyo del director del Programa Nacional de Yaoundé, se llevó a cabo en febrero de 2010. Pretendíamos conocer la tasa de niños con parásitos intestinales en edad escolar, el tipo de parásitos y el estado de las infraestructuras escolares en materia de agua y saneamiento. Para ello, visitamos 30 escuelas rurales de la región de Bengbis en las que se tomaron muestras de heces de niños seleccionados de manera aleatoria. 2 de cada 3 niños tenían parásitos y el más frecuente era el ascaris lumbricoides. Las escuelas carecían de letrinas y punto de agua potable en la inmensa mayoría de los casos y, aunque muchos niños conocían algunas formas de prevención, no las ponían en práctica.
Una vez detectado el problema os pusisteis manos a la obra. El estudio se realizó en febrero de 2010 y analizamos los datos durante ese mismo año. Esto nos permitió diseñar un proyecto de manera transversal entre el Plan de Salud y el Plan de Infraestructuras que se denominó “Escuelas Saludables” y se presentó a entidades como la Universidad Politécnica de Madrid. La dotación de las primeras escuelas, la formación de comités de agua y de los profesores comenzó en el 2011.
¿Cómo influyen estos cambios en las familias y comunidades a las que pertenecen los niños? La estrategia FRESH desarrollada en numerosos países como forma de implementar medidas de Salud pública ha demostrado su gran efectividad. Consiste en el trabajo directo con la población infantil que son, a su vez, los más permeables a cambios de hábitos. Desde la escuela irradian al resto de la población: cuando vuelven a casa demandan el lavado de manos antes de comer que han aprendido en la escuela, etc.
¿Es difícil cambiar malos hábitos arraigados? Es muy complejo pero como en cualquier parte del mundo. Si le preguntamos a cualquier médico de familia aquí en España nos hablará de lo difícil que es hacer que la gente mayor coma sin sal. La respuesta de los profesores de las escuelas en Camerún fue muy buena, mostrando gran interés en las formaciones realizadas, y llevando a cabo actividades con los niños de sensibilización semanalmente.
¿Cómo responde la comunidad implicada en el proyecto? La respuesta no fue la misma en todas las comunidades. Aunque la mayoría de los profesores se adherían al proyecto, en la práctica no todos llevaban a cabo por igual las tareas para el mantenimiento de las infraestructuras ni las actividades de formación de los niños. De tal manera que se priorizaron aquellas escuelas con mayor aceptación social.
¿Os habéis encontrado muchas dificultades técnicas por el camino? Una de las dificultades fue elegir la forma de dotar la escuela de un punto de agua potable. En algunos casos ya existía un manantial o fuente natural cercana que sólo requería un acondicionamiento; mientras que en otros casos era necesario cavar un pozo e instalar una bomba para extraer el agua del subsuelo. Optamos por un modelo ampliamente probado en Latinoamérica llamado bomba de mecate cuyo sistema se basa en una cuerda con numerosos pistones de fabricación casi casera y, probablemente, de reparación menos costosa.
¿Encontráis colaboración en las instituciones locales? El proyecto se diseñó a partir de un trabajo en el que estuvo implicado directamente el responsable del programa Nacional a nivel ministerial. Localmente, tanto el ayuntamiento de Bengbis como la Jefatura tradicional de los pueblos, han mostrado su apoyo, participando mediante la aportación de mano de obra y parte de los materiales necesarios en la construcción.
¿En qué situación se encuentra el proyecto ahora mismo? El proyecto requiere una dotación importante de fondos, ya que los materiales y el trasporte de estos encarece la obra, y por ello está prácticamente parado. Las escuelas en las que se completó la dotación funcionan como prevé el proyecto. Alguna de las bombas instaladas ha requerido reparación pero son más las escuelas en las que no se ha iniciado el proyecto. Llevamos más de un año trabajando en la consecución de financiación para completar todas las escuelas proyectadas.
¿La reanudación de los trabajos puede marcar el futuro de estos niños? Las parasitosis intestinales son la primera causa de que los niños en edad escolar estén enfermos y, por tanto, de su absentismo en la escuela primaria. Generan problemas nutricionales, retraso del crecimiento y anemia. A su vez, las diarreas que provocan muertes por deshidratación se ven claramente disminuidas con éstas medidas dada la interrupción de la transmisión fecal-oral. Efectivamente, hablamos de la salud, de la educación y de la vida de estos niños.
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