El caso de Pauline es solo un ejemplo de cómo la información y la formación sanitaria pueden influir positivamente en la salud de las poblaciones. Pauline no conoce su edad. En Camerún el tiempo transcurre de forma diferente y casi nadie conoce la fecha de su nacimiento. Sin embargo, Pauline recuerda sin dudarlo el día en fue diagnosticada de VIH.
Pauline reside en una aldea del sur de Camerún. Vive en una casita de adobe junto a sus hijos. Su sustento depende de su trabajo diario en la selva y sus días transcurren entre el cuidado de su familia y de su hogar.
La inquietud de Pauline superó las fronteras de su casa hace unos años cuando se ofreció a la ONG para recibir formación sanitaria básica y ser el referente de salud de su comunidad convirtiéndose en una agente de salud comunitaria.
Antes de realizarse un test diagnóstico, la pérdida de peso, la debilidad y la falta de aliento marcaban su día a día. No era capaz de levantarse para ir a trabajar a la selva y alimentar a su familia. Entonces pensó si eso que sentía podría ser VIH ya que ella había recibido formación sobre los signos de alarma de la enfermedad mientras se preparaba para ser agente de salud comunitaria y todo le hacía pensar que esa era una opción posible. Fue valiente y pese al miedo que sentía al rechazo social, decidió acudir a un centro sanitario donde se confirmaron sus sospechas.
Al principio se dejó llevar por la desesperanza pues es una noticia difícil de asimilar para cualquier persona y aún más si cabe cuando uno vive en Camerún. Pero comenzó el tratamiento y poco a poco recuperó las fuerzas. Fue capaz de reanudar su trabajo y de cuidar de su casa. Un nueva Pauline esperanzada de conseguir un futuro distinto al que le habían contado del VIH.
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