Zerca y Lejos trabaja junto con los pueblos pigmeos baka por la cohesión de las comunidades en torno a la agricultura.


Los baka, son tan solo uno de los grupos de pigmeos, junto a los mbenga, bagyeli, bakoya, medzan, babongo, tsogo, teke, kaningui, mbuti, efé, sua, asoa y wochua, que habitan desde hace miles de años en la selva tropical del Congo de varios países, Ruanda, Burundi, Uganda, República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Congo, Angola, Botsuana, Namibia, Zambia. En Camerún, se concentra la mayor parte de esta población baka, con más de 30.000 individuos.

Históricamente, los pigmeos baka han sido un grupo seminómada, compuesto por cazadores-recolectores que vivían en la selva tropical africana. Desde hace décadas las autoridades camerunesas han dejado de lado a esta población, que se ha visto abocada a alejarse de la selva que conocían, donde se desenvolvían con autoridad y sabiduría, proporcionándoles todo lo necesario para vivir en paz y en armonía. Ahora la cobertura forestal camerunesa disminuye en torno al 1% anual, siendo esta una de las tasas de deforestación más altas de la cuenca del Congo (Federación Europea del Comercio de Madera, 2016), causada por grandes compañías madereras, sobre todo francesas e italianas, que expolian una de las principales fuentes de riqueza del país.

Tala de árboles en la selva de Camerún.

La selva es también uno de los principales pulmones de la Tierra junto al bosque tropical del Amazonas. Sin embargo, la selva se muere con el beneplácito de los gobiernos, que en incontables ocasiones miran hacia otro lado cuando las compañías transnacionales sobrepasan las cuotas acordada de explotación y tala.

En las áreas donde antes los pigmeos baka habitaban y recogían de la tierra todo aquello que necesitaban sin ninguna frontera, ahora se levantan vallas con carteles de avisos en los que se lee “prohibido pasar”, marcando la propiedad de alguna compañía mercantil occidental que tala los árboles y por medio de grandes camiones los transporta a Douala, ciudad portuaria, rumbo a Europa o a China. Lugares que antaño han visto a la vida abrirse paso, ahora se marchitan moribundos sin que nadie pueda hacer nada y ante el avance imparable de un sistema económico que no parece importarle que la selva sea el refugio de miles de especies y que la ausencia de alguno de ellos, como consecuencia de la actividad de estas empresas, suponga consecuencias muy graves no sólo para el entorno sino para todo el planeta.

Una fila de camiones cargados de grandes troncos hace un descanso en su ruta.

Los pigmeos baka son uno de los grupos de humanos que durante generaciones han coexistido con las demás especies en la selva tropical, recabando la sabiduría que esta le proporcionaba, han caminado firmes y con fortaleza entre su vegetación frondosa y apabullante. Eran parte de la selva y ella era parte de ellos, sin necesitar ninguna ayuda. Ahora, con la creciente deforestación y la reducción de su fauna, se han visto empujados a afrontar una nueva realidad: donde antes había selva ahora no la hay. Si dilema es si resignarse y plantarse a vivir en la sociedad a la que llamamos civilizada o por el contrario luchar y continuar vagando por la aún inmensa cuenca del Congo. Cualquiera de las dos opciones, les obliga a pasar de no necesitar ayuda alguna a presentarse necesaria ante el olvido por parte de las autoridades camerunesas.

Muchos de los grupos baka de Camerún, ante la fatal perspectiva del fin de su entorno natural y medios de subsistencia, se han asentado a los laterales de la carretera nacional N9 así como en otras comarcales. De alguna manera los integrantes de los grupos ya son, aunque no lo deseen, parte de la sociedad mayoritaria. Viven conforme a las normas y leyes de Camerún, aprenden a leer y escribir, porque les han dicho que eso, por encima de todas las cosas, les hace ser menos ignorantes.

Sin poder evitarlo se ven forzados a la convivencia con los miembros de la etnia bantú, que en innumerables ocasiones les han esclavizado. Sobre este asunto en concreto, ha habido avances con los años, y la convivencia va progresando, no obstante, siguen produciéndose situaciones de vulneración de los derechos a la dignidad y libertad de las personas. En definitiva, deben adaptarse a esta nueva realidad, y para ello no les queda otra opción que pedir ayuda, que muchas veces viene de la mano de ONGs exteriores, ante la inacción del gobierno.

El programa Autonomía y Derechos Humanos de la ONG Zerca y Lejos trabaja con las poblaciones baka por conseguir la seguridad alimentaria, de diferentes pueblos baka de las zonas de Djoum y Mintom, y desde finales de 2018 se ha comenzado a trabajar en la creación de unas Escuelas Populares de la Tierra, un lugar para mejorar el conocimiento y las técnicas agrícolas, reforzar el tejido asociativo de la población con el objetivo de favorecer la unión y la organización y puedan vender los excedentes de la producción agrícola de los próximos años.

El primer paso en este proceso fue el de identificar a un grupo de personas que pudieran comunicar al resto del poblado dicho proyecto, posteriormente se realizaron varias reuniones, primero con los representantes y luego con el resto de la población para el debate de los últimos puntos y la firma del acuerdo de colaboración con Zerca y Lejos.

Jornadas preparativas de las Escuelas Populares de la Tierra.

Los participantes de cada pueblo eligieron una parcela donde se ubicará el campo escuela, la mayoría de ellas situadas a más de un kilómetro hacia el interior de la selva, alejados de los campos de los bantú, con el objetivo de crear este espacio de aprendizaje común, donde se impartirá la formación sobre las técnicas agrícolas convencionales de los cultivos habituales con un enfoque de agricultura sostenible, donde además ellos aportarán su rico conocimiento del bosque, transmitido de generación en generación, de tal forma que la cultura baka no se vaya desvaneciendo, sobre todo entre los más jóvenes, de quienes en ocasiones se percibe cierto resquemor hacia la forma de vida de sus antepasados.

Retroalimentarnos y cimentar un saber común cuyo centro es la importancia de los pueblos pigmeos en el devenir de la cuenca del Congo en Camerún, para que la lucha por la supervivencia de su identidad no se detenga.

François Fouda Ayissi. Responsable del proyecto.

La Escuela Popular de la Tierra, por otro lado, permitirá fortalecer el tejido comunitario de los pueblos, desarrollando nuevas formas de organización que ellos mismos decidirán. Al final de las campañas la población recogerá sus frutos: todas aquellas personas que participen en el proyecto podrán cosechar los frutos de la tierra que hayan sembrado, pero no solamente esto, también el conocimiento adquirido.

Agricultor pigmeo baka en su campo del pueblo de Assok.

Sólo el tiempo determinará hasta qué punto este proyecto de Autonomía y Derechos Humanos de Zerca y Lejos podrá servir a los pueblos baka como herramienta para cimentar su devenir como grupo, sin perder su identidad cultural, sin perder aquello que les une a la selva, dónde encuentran todas las riquezas que realmente necesitan.

Colocada la primera piedra, queda por ver cómo van transcurriendo los acontecimientos. Las comunidades pigmeas atravesarán momentos complicados, algunos de ellos harán tambalear la estructura del grupo y del proyecto en sí. No estarán solos, pero sólo ellos podrán determinar qué rumbo tomarán sus pasos.

Escrito por César LUENGO CASTILLO. Voluntario de Zerca y Lejos en Camerún.