El Voluntariado como forma de vida
Hissein Amazia tiene 27 años. Su reconocible estatura y su tono de piel oscura dejan constancia su origen del norte, aunque ha pasado más de diez años en la capital, Yaoundé, formándose como odontólogo. Se define a sí mismo como un soñador con un objetivo en la vida: hacer la vida más fácil a las personas. Es uno de los primeros voluntarios cameruneses que, atraído por conocer la realidad del pueblo pigmeo, tomó la decisión de renunciar a una estabilidad profesional y dedicar su vida a luchar por la dignidad de una de las poblaciones más pobres de su tierra. “Vine al sur a conocer la realidad que vive mi país y una vez la conocí, no pude dejar de trabajar para cambiarla”.
Hissein es el tercero en una familia de dos hermanas mayores y dos hermanos pequeños, una hermana y un hermano. Nació en el clima árido del norte, tierra falta de recursos, pero con suerte en el seno de una familia que le ha permitido elegir su propio futuro. “La familia de mi madre tenía dinero y mi padre trabajó como ingeniero civil en el Proyecto de Desarrollo Rural Integral del Departamento de Chari Logone (PDRI-CL). Hemos tenido muchos altibajos económicos, pero la época donde he sido más feliz ha sido cuando venían épocas difíciles. De esa época han salido mis mejores amigos. El dinero es útil, pero no puede ser un objetivo en la vida”.
Hissein es uno de los 300 odontólogos titulados de Camerún de la segunda promoción. Una joven carrera nacida hace pocos años por falta de interés y duras condiciones para los estudiantes del norte. “La gente que estudia medicina está en el sur porque en el norte las condiciones son más duras: la vida es más cara y bajo la influencia del islam resulta más complicado divertirse”. Unas condiciones donde también existe una falta de acceso a la sanidad. “Hay muchos hospitales sin médicos, en una de las ciudades más grandes del norte, Maroua, tan sólo hay tres especialistas. Hay enfermeros pero no doctores”. Región pobre donde la población no tiene dinero para pagarse una consulta. “lo normal para mucha población es caer enfermo y morirse”.
En Camerún, el 80% de los profesionales de la odontología permanecen en las ciudades bajo el amparo de un futuro de estabilidad profesional y económica. También él tuvo la oportunidad. “Cuando terminé la carrera tuve me ofrecieron un trabajo en una clínica privada en Maroua, pero yo realicé la carrera de odontología no para ganar dinero, sino para estar más cerca de las personas. Necesitaba saber cómo educar a la gente y ser más eficiente con ellas”. Un objetivo de vida que aplica en su vida diaria sacando una sonrisa a toda aquella persona que se cruza en su camino.
En 2011 una compañera de carrera le propuso realizar unas prácticas de odontología en Bengbis junto a un profesor español de la universidad de Yaoundé, David González, coordinador de Odotonlogía de Zerca y Lejos. Fue así como un mes de agosto la realidad del pueblo pigmeo se le presentó de golpe, un hecho que ha definido el rumbo de su vida. “Cuando terminé la carrera me fui dos meses a realizar una campaña de sanidad con ZyL. Cuando llegué al pueblo pigmeo baka de Ndjibot y vi la realidad en la que vivían no pude quedarme de brazos cruzados. Fui viniendo cada vez más y tras dos meses trabajando en 2015 le pregunté a David si podría quedarme seis meses más”.
Los seis meses se convirtieron en un año, en el que ha acabado coordinando los proyectos de odontología de Zerca y Lejos en Djoum, Mintom y Bengbis. Algo que nunca hubiera imaginado en el momento que conoció al pueblo baka. “La primera impresión es un estado de shock. Había realizado campañas de odontología durante la carrera en el norte con etnias desfavorecidas pero nunca había visto algo así”.
Hace un año, Hissein tomó la decisión de cambiar un puesto de funcionario público pasando consulta en un hospital del norte por recorrer los caminos de tierra rojiza en busca de pacientes, realizando campañas de sensibilización sobre salud oral y formando pigmeos en la selva camerunesa para garantizar el derecho de acceso a la sanidad a la población pigmea baka. “El trabajo de ZyL en Camerún es necesario ya que las campañas de sensibilización entre la población funcionan”. Un año donde se ha convertido en una fuente de inspiración y ejemplo de voluntariado tanto para la población pigmea como para todas las personas que aterrizan en el país con ansias por conocer la realidad y contribuir a colaborar por un mundo más justo.
Una de las razones que le movió a conocer la realidad del pueblo pigmeo baka fue su situación de discriminación frente a la etnia bantú. “¿cómo era posible que un baka perteneciera a un bantú?” Constató que esa realidad era cierta en muchas comunidades pigmeas. “Me recordaba a la relación colonial del hombre blanco con el hombre negro. El desarrollo que quiere el baka es parecerse al bantú, son tratados como esclavos pero no son conscientes de ello”. Sin embargo, admite que son personas que pese a su pasado y condición, pueden conseguir lo que se propongan. “Trabajar con ellos es difícil ya que no tienen disciplina, pero son las personas que mejor hacen unas prótesis excepcionales como protésicos dentales”.
Para Amazia, el pueblo pigmeo baka tiene por delante un reto que pasa por luchar contra su futuro más próximo: su desaparición. “Su futuro dependerá de lo que pase en el país. Las grandes empresas de deforestación han comprado hectáreas de selva que cambiará la vida de los baka por lo que les será difícil vivir de la caza y la agricultura ya que no tendrán terreno”. Un hecho que ha podido ver con sus propios ojos en la región de Kribi con la etnia pigmea bagdyeli. “Fuimos a hacer una formación no había personas para formar. Perderán sus terrenos y sólo harán bien para el turismo, pese a que los turistas que los visitan no saben que están coaccionados. Van a tener que adaptarse o desaparecerán”.
Hissein es el primer colaborador camerunés de ZyL que ha optado por el voluntariado como forma de vida. “La experiencia que compartes es excepcional, los voluntarios son todo generosidad”. Una persona que inspira a cada nuevo voluntario que decide conocer la realidad camerunesa ayudándole a entenderla con sus ojos negros. “Los colaboradores se convierten en amigos fuera del trabajo. Reflexionamos juntos sobre la forma de trabajar interconectados”.
Una forma de vida que su entorno no acaba de comprender cada vez que regresa al norte junto a su familia y amigos. “Mi mejor amigo me ha preguntado varias veces por qué no vuelvo para trabajar en una clínica. Mi padre lo entiende porque conoce lo que es el sufrimiento aunque mi madre preferiría que trabajase en la ciudad como todos mis amigos. Estoy seguro de que no hay un camerunés viviendo en la selva que sea dentista”, asegura entre risas.
Un joven profesional de la odontología con un futuro para soñar por un mundo más justo sin perder de vista el voluntariado como forma de vida. “Hay gente que no entiende mi forma de vida, ¿qué hago en un lugar en el que hay veces que igual no me ducho en tres días? Pero yo no imagino mi vida en un gabinete viendo pacientes pasar. Necesito acción”.
Colaborar junto a la población pigmea no sólo le permite soñar, y trabajar con las personas, sino también definir su futuro profesional. “Me gustaría seguir estudiando y formándome en antropología y salud pública con el objetivo de conseguir especializarme en prevención y prevenir las enfermedades antes de que ocurran”.
Dice que le queda mucho trabajo por hacer como voluntario junto a los baka con nuevas experiencias por delante para seguir soñando. Una decisión que nació del sueño de contribuir a mejorar su propio país. “La mayor ventaja es la dimensión moral y humana que resulta hacer el bien. Trabajar aquí es soñar, cuando deje de soñar dejaré de colaborar con Zerca y Lejos”.
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