Conocido por ser una de las personas que mejor conocen la medicina tradicional Baka, cuentan que tiene más de 100 años. Papa Biko es un mito no sólo para su sociedad sino para muchas más, ya que a él acuden personas de cualquier zona de Camerún e incluso de los países vecino. Jamás le he visto ponerse en escena sin todos sus elementos y sin su pueblo.
Patricia Postigo, voluntaria y coordinadora del plan de Salud 2014
En sus rituales nunca falta su familia, su piel de jineta, el fuego, los cánticos tradicionales de las mujeres Baka y la creencia viva de su pueblo ante lo que se dispone hacer: medicina tradicional. Cada vez que le he visitado, no ha olvidado recordarme lo enfermo que está, la parálisis de su brazo izquierdo, su falta de visión o la dificultad para andar. Pero más de una vez cuándo la luz del sol cae, le he visto saltar y bailar alrededor del fuego moviendo su piel de jineta ante sus enfermos.
Ejemplo del poder de Papa Biko
Después de un periodo de vacaciones cuando llegue a Camerún, Mado (una jóven de la zona) me explicó que había estado muy enferma las últimas semanas, casi a punto de morir. Había estado en varios centros de salud pero no mejoraba. Me enseñó todos sus análisis y al final comenzó un tratamiento ante una sospecha de fiebre tifoidea. A los pocos días volvió y me dijo que se encontraba mejor, pero que para su enfermedad no había medicamento que podría curarla. Estaba convencida de que sólo Papa Biko podría hacerlo ya que su enfermedad comenzó en su pueblo, venía de hace años.
Los bakas mezclan y unen la enfermedad a la brujería, por lo que Papa Biko es fundamental ya que es el único que puede curarlo.
Mado me preguntó si podría venir conmigo la próxima vez que viajara a Mintom y así podría verle. Así que en el primer viaje que realicé a Mintom, vino ella también. La primera jornada se quedó hablando durante toda la tarde con Papa Biko y sus hijos. Ellos le explicaron al anciano que todo venía por una maldición que le habían echado a causa de la envidia que le tenían.
El segundo día, las mujeres cantaron bajo la luz de la luna llena. Sentados alrededor del fuego, todos observábamos como Papa Biko saltaba y movía su piel de jineta sobre las llamas, para después dejarla en el suelo y comenzar a leer las palabras que se dibujaban sobre ella. Más tarde uno a uno nos acercábamos al fuego para calentar nuestras manos y pasarlas por nuestro cuerpo. Después el hijo de Papa Biko posaba también sobre nosotros la piel de jineta.
Durante el tercer día, Mado recibió dos botellas con remedios tradicionales. Debía bebérselos durante 24 horas. Decidí probar la mezcla más oscura. Tenía entre tonos marrones y rojos, ¡nunca había probado algo tan amargo! Nunca sabré si tuvo algún efecto en mi.
El cuarto día Mado se fue a la selva con los hijos de Papa Biko. Allí prepararon más remedios tradicionales y la bañaron en ellos. El último día nos despedimos de Mintom. Al cabo de pocos días, pude ver como Mado recuperaba las fuerzas y, hasta el día de hoy, no ha vuelto a enfermar.
Tras esta experiencia, a menudo recuerdo las palabras del hijo de Papa Biko: «Él hace primero la consulta para ver si hay algún problema místico. Con la piel consigue conocer cómo debe de tratarlo y qué remedio utilizar. Él lo ve en la piel. Sin embargo los otros -curanderos- comienzan a tratar sin conocer la enfermedad.”
Fotografías: Patricia Alumbreras y Ginebra Peña
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