Muchas veces no somos conscientes de que terceras personas puedan tener un nivel de vida tan distinto al nuestro, que esas personas que no viven como nosotros, que necesitan de nuestra ayuda para poder mejorar su situación, que niños que quieren educarse puedan gracias a que les podamos apoyar con un sitio donde ir y formar personas para que así ellos puedan ser formados.

Con muy poco podemos hacer mucho. Hay situaciones que estamos normalizando y no debería ser así; el ver que personas se mueren de hambre y ni siquiera inmutarnos ante esa situación que se está dando y no queremos ver. Lo que realmente deberíamos normalizar es el sentirnos humanos y ayudarnos entre nosotros, el viajar, conocer y ayudar ya que hoy son ellos, muchos, y apenas hacemos por mejorar su situación pero, ¿y si mañana es tu padre, tu abuela, tu mejor amigo…? ¿acaso no harías lo imposible para que estuviera bien? Que si enferma, se curen; que si tiene hambre, coma; que si tiene sed, beba; que si ese hambre y esa sed son de aprender, tenga la oportunidad de hacerlo, de estudiar… ¿Le ayudarías, verdad? Pues piensa que las personas que necesitan un simple empujón para conseguir sus objetivos también son padres, abuelos y niños y que ese pequeño pasito que damos nosotros ayuda a que ellos puedan dar un paso enorme y todo eso puede ser posible, ¿estarías dispuesto?

El ofrecerle la mano a quien necesita levantarse, el sonreír a alguien que pueda haber tenido un mal día y que ese gesto le ayude e incluso a mantener su sonrisa durante el resto del día. Creo que esa acción merece la pena porque, por pequeña que sea, su efecto puede llegar a ser muy grande.

Todos tenemos derecho a perseguir nuestros sueños y si hay quien nos puede ayudar a conseguirlo, abrir caminos o ser tú mismo quien se los abra a otros ¿por qué no hacerlo? Y si además son necesidades básicas y hay quien está dispuesto a aportar su granito de arena ¿por qué no construir una montaña con todos esos granitos? El sentirnos bien con nosotros mismos haciendo sentirse bien también a personas de nuestro entorno y también fuera de él, que a veces nos parece algo difícil siendo tan fácil, tan fácil como querer hacerlo.

¿Y tú?

¿Quieres?

Alba Aragón Bautista, 15 años. Alumna 4º ESO del Colegio Leonardo Da Vinci (Moralzarzal)

El Colegio Leonardo Da Vinci de Moralzarzal (Madrid), colabora con nosotros mediante el hermanamiento de una de nuestras escuelas preescolares de la zona del Grand Djoum. La colaboración con el colegio va más allá del apoyo económico, ya que realizamos actividades de sensibilización con sus alumnos e intentamos hacer a éstos partícipes del cambio social necesario en el mundo, adquiriendo responsabilidades en estas nuevas formas de educación. Un ejemplo de la repercusión que tienen estas actividades es nuestra “futura” voluntaria Alba Aragón, alumna del centro y de quince años de edad, que se decidió a realizar sus prácticas de empresas en la sede de Zerca y Lejos, y nos dejó un estupendo regalo, esta bonita carta que es un grito de esperanza al cambio que llevamos dentro. Hagámoslo. ¡Normalicemos el sentirnos humanos!