Entrevista a Sonia Mankongo, responsable del Plan de Educación de Zerca y Lejos en Camerún en Diari Ara.

La entrevista original fue realizada por Marta Rodriguez y publicada en Diari Ara el 06/05/2019. Puedes consultarla aquí (en catalán).

Es un día frío para ser abril y Mankongo, camerunesa de 27 años, se resiste a dejar en el armario una blusa de colores llamativos. Habla un castellano perfecto para una mujer que estudió en Yaundé, la capital de este país africano, que no tuvo contacto con España hasta una vez acabada la carrera, cuando entró a la ONG Zerca y Lejos. Ahora trabaja sobre el terreno con la comunidad de pigmeos pero alterna el trabajo con el activismo a favor de las mujeres y en contra de la poligamia, una práctica que conoce de primera mano. Ha sido una de las defensoras invitadas por la red de Ciudades Defensoras de los Derechos Humanos.

Sonia Mankongo, responsable de educación de Zerca y Lejos en Camerún
Sonia Mankongo fotografiada por Cristina Caldera © Diari Ara

¿Cómo fue su infancia en una familia polígama?

Mi cabeza infantil pensaba que el padre no estaba satisfecho con la familia que tenía, y que se buscaba otra mujer para tener hijos mejores.

¿Su madre era la primera mujer?

Sí, y yo la tercera de las cuatro hijas. Yo tenía ocho años y no concebía la nueva familia como si fuera mía. Habíamos sido una familia con pocos recursos, muy normal, y aunque mi padre era musulmán y había nacido de un padre polígamo, nunca fue practicante y culturalmente era cristiano.

¿Es una práctica legal?

Sí, cuando te casas por primera vez, el funcionario pregunta a los novios si querrán un régimen polígamo. Pero ninguna mujer dirá libremente que lo acepta porque ¿quién quiere compartir a su hombre? Así que la decisión ya la han tomado los hombres en nombre de la tradición.

¿Como se lo planteó el padre?

Si se planteó fue fuera del ámbito de las niñas. Recuerdo que mi padre nos dijo que tendríamos una segunda madre y que la teníamos que respetar. No lo entendíamos y cuando vi mi a madre llorando, empecé a odiar a esta mujer porque entendía que mi madre lloraba por culpa de ella, y la hacía responsable de su sufrimiento.

¿Qué relación tenían las mujeres?

La verdad es que no es una competición abierta, todo ocurre en un plano sutil, a escondidas, porque tienen que mostrar la imagen que somos una única familia, que es una situación normal, y se ha de aparentar que todo es de todos. Pero son matrimonios con mucha hipocresía y no se habla de sentimientos.

¿Hipocresía?

Sí, ya sé que allí todo el mundo sabe que el hombre tiene dos o tres mujeres, que se encuentran en los mismos lugares compartiendo casa y marido. Pero debemos pensar que la ley que permite la poligamia ha sido redactada por hombres, sin ninguna mujer. Me dirán que lo hemos de entender, por la tradición, pero no hay ni cultura ni religión que lo sostenga. La poligamia ha sido hecha por y para hombres.

¿Cree que su padre se casó para buscar un heredero hombre?

Totalmente. De hecho, cuando su esposa lo tuvo, después de tres hijas, ya no se volvió a casar ni ha tenido más. El hijo perpetúa el apellido paterno. Tengo que decir que es una práctica que no tiene sentido porque yo misma continúo con el apellido del padre y no he adoptado el de mi pareja.

¿La poligamia es una forma más de violencia machista?

Estoy absolutamente convencida de que es una violencia más sutil, invisible pero muy dolorosa. Es algo que se hace legalmente pero se vive a escondidas, una especie de aniquilación. A mi madre le estaban aniquilando, le quisieron arrancar la condición de mujer porque no tenía hijos varones, diciéndole que no valía nada. Y tú, como niña y futura mujer y madre, te sientes mujer invisible.

¿Usted cuándo se dio cuenta?

En la escuela yo siempre intentaba ser la mejor alumna, estudiaba mucho. No me ha salido mal [risas]. Mi padre siempre pensó en el valor de la educación y nos animó a estudiar, pero quizás no creyó que yo llegaría lejos. No lo sé.

Con las Ciudades Defensores ha hecho charlas en escuelas catalanas. Tengo curiosidad por saber qué saben los niños sobre África.

[Ríe.] Tienen un gran desconocimiento y te preguntan si hay escuelas, si he llegado en patera o si hay aviones y aeropuertos en Camerún. También si la gente tiene móviles o coches. Son preguntas que son la consecuencia de lo que reflejan los medios de comunicación y las escuelas. Me quejo de que en Europa los medios sólo enseñan el niño africano que se muere de hambre o sida y no enseñan gente académica, intelectuales, científicos. Hoy en el siglo XXI es cierto que en Camerún hay niños malnutridos y que se mueren de hambre, pero también hay una clase formada que no sale nunca en los medios europeos.

Le habrán preguntado por Eto’o …

¡Todo el mundo le conoce! En Camerún ya puedes ir a cualquier rincón del país, que también. Con Zerca y Lejos intento empoderar las mujeres, explicando la importancia de tener una buena educación, de subrayar que puedes tener una familia e hijos y estudios. Eso sí, a menudo debo sentir que me dicen que yo hablo como una europea y que no lo soy. Tienes que luchar y picar piedra cada día. El problema es que no hay referentes femeninos.

Seguro que usted tiene uno.

Admiro Djaïli Amadou Amal, una musulmana del norte de Camerún que hace unos años escribió Walaande: L’art de partager un mari [Walaande: El arte de compartir un marido], retrato de la poligamia. Me he reconocido y he reconocido el sufrimiento de mi madre. Es una mujer valiente que se divorció de un marido polígamo.