Charlamos con Fatou Bonetou Mbaye sobre el empoderamiento de la mujer africana a través del arte culinario y sus talleres de cocina.

Cualquier receta, de comida japonesa, española, china, se puede encontrar en libros de cocina. Pero lo africano no está representado. Se suele pensar en picante, en sabores que son muy diferentes, es algo desconocido y la gente como que le tiene miedo.

Habla Fatou Binetou Mbaye, a través de la pantalla del móvil, desde su casa de Madrid. Ella es la cara detrás y delante de Lingueer Saveurs D’afrik (@lingueer_dafrik), un proyecto de talleres de cocina y catering que quiere compartir la comida senegalesa —dimdum, puffpuff, fatayas de carne, curry de pollo, frituras de yame o batata, fufú— y dar la oportunidad a la África negra de ser visible.

—Lingueer significa reina. Antes en Senegal la reina tenía un papel muy importante, era la madre o la hermana del rey, siempre se pedía la opinión de la lingueer, las decisiones venían de ella. Esto se perdió con la colonización.

Fatou no solo busca el intercambio cultural: su proyecto quiere reivindicar a la mujer, a las reinas que ya no son reinas y que ahora tienen que “ser obedientes, estar al lado de su marido y hacer todo”.

—Para mí el divorcio fue, no sé cómo decirlo, fue como abrir las alas y poder volar. Los hombres nos aplastan y nosotras nos hundimos dentro.

La primera semilla de este proyecto culinario son los encuentros para intercambiar experiencias y comida que se hacían una vez al año en el colegio de sus hijos: ayudaba en el AMPA vendiendo comida y dejando el dinero allí para aquellos que lo necesitaran. Aunque en realidad, el amor a la cocina le viene desde pequeña y no es hasta su llegada a Madrid cuando Fatou puede empezar a dedicarse a ello de una manera más profesional. Ha colaborado y colabora con diferentes asociaciones o entidades como Entre Culturas, el Museo de Antropología de Atocha, Cruz Roja o Conversa. Fatou se ríe, está contenta y satisfecha aunque el trabajo es duro.

—Lo que me gustaría es tener mi propio local, dar mis propios talleres. Ahora lo hago en colaboración con Conversa. Más adelante quiero no solo hacer caterings con asociaciones, sino con empresas. También necesito a alguien que me diga cómo orientarme, cómo contactar, dónde poner los pies.

La burocracia es farragosa, el papeleo un laberinto de difícil salida y Fatou se entiende como puede con las redes sociales.

—Hay una chica de veinte años que me ayuda con Instagram, pero para mí la mayor ayuda es difundirlo, el boca a boca.

Difusión, boca a boca, compartir: son pequeñas semillas que si se siembran bien pueden dar lugar a una buena cosecha para que Fatou elabore sus platos y tenga sus propios clientes. Si los talleres con Conversa y el catering tienen éxito, quizá en un futuro pueda tener su espacio propio: un local, un puestecito en el mercado de Lavapiés. Son muchas las opciones que Fatou baraja día a día.

—La gente quiere descubrir cosas diferentes, de alguna forma viajar pero sin salir de España.

Y eso es lo que Fatou ofrece: sabores nuevos, empoderamiento y la difusión de su historia y su cultura a través de la comida del país que dejó en busca de oportunidades. Por ello, la ONGD Zerca y Lejos, como parte de su campaña “Esta Navidad, que no sea solo en Navidad”, quiere dar apoyo al proyecto emprendedor de Fatou y propone los talleres de cocina senegalesa como un regalo diferente y original.

https://zercaylejos.org/navidades/