Carta escrita por David González, voluntario y miembro de la junta directiva de Zerca y Lejos ONGD.

 

Buenas y lunas noches, querido compañero o compañera, hermana o hermano.

Mi nombre es David González Alarcón, tengo 34 años, pertenezco a esa generación que ha visto amanecer el siglo XXI. Así que, desde mi humilde punto de vista, creo que estamos destinados a enredarnos en historia, destinados a conquistar cada página, aunque el hielo queme, con amor y revolución cotidiana. Desde lo pequeño a lo imposible.

Como os decía, me llamo David y tengo la suficiente edad como para haber caminado al lado de los oprimidos del planeta. Pero, me faltará siempre mucha vida como para pensar que esta realidad es pétrea, que no podemos cambiarla.

Nací envuelto en privilegios y, como tal, me presento. Pertenezco a esa loca ecuación que, siendo el 11% de la población mundial, acumulamos el 88% de la riqueza del planeta.

Quiero que sepas que no hay nada que me duela más que tener que escribirte esta carta. Llevo diez años abrazando el sufrimiento y descubriéndome en él. Creo que esta es la segunda carta así que escribo en mi vida y lo hago porque puedo elegir, decido, nadie piensa por mí. Digamos que hasta podría decir que soy dueño, en parte, de mi destino. Puedo trazar mi camino, mi profesión, mi vida, mi familia… Todo está casi calculado y escrito.

He trabajado algunos años como profesor universitario de salud pública. En esa época, recuerdo cómo propagábamos las cifras de mortalidad infantil. Por ejemplo, en Camerún la tasa llegaba a un 15%. Así que lo repetíamos como un mantra. Imagínate, varios años de mi vida propagando números. Hasta que un día, en Meyomessi, haciendo un estudio de salud, mi compañera Alicia me dijo: «David, no puedo más, cada vez que le pregunto a una madre cuántos hijos tiene, me responde: ¿vivos o muertos?».

¿Vivos o Muertos? Recuerdo esa fecha como si fuera casi mi cumpleaños. Recuerdo que hacía sol, el verde, las palmeras y el bosque. Recuerdo el olor a dispensario mientras Alicia lloraba, como si fuera el último día en la tierra.

Sólo recuerdo el nombre de los 10 primeros niños que vi morir. Esos los tengo grabados a sangre y fuego. Pero, ahora me he olvidado del resto de nombres. Ahora no sé ni a cuántos le hemos dado el adiós.

A veces, lo que hago es que me acuerdo del pueblo donde entregamos su cuerpo e intercambiamos un trocito de cada uno: los dos anónimos, él y yo. Luego su madre y el llanto.

 

¿Qué sabes tú de malnutrición? Si lees lo primero que encuentres en Internet, sabrás que hay un 50% de malnutrición en los pigmeos baka del sur de Camerún. Pero estos son indicadores, que nuestra sociedad caduca a golpe de tweet.

Akom Ndong, Alouma, Mimbil, Bemba, son los pueblos donde frecuentemente los enterramos.

No quiero un mundo tan loco que hasta normalice la violencia. ¿Vida, supervivencia o muerte? Hoy toca elegir, ¿indiferencia o apoyo mutuo?. Llevamos unos días de campaña #AlimentandoLaEducación. ¿Porque, sabes otra cosa? La infancia para mí es la época en la vida en la que todo crece: el amor, el cariño, la tierra…

¿Te imaginas no tener nada para alimentar a tu hijo? No te hablo de comida, te hablo de no tener sueños que llevarle al plato silencioso, mudo, vacío. ¿Te imaginas una mesa que se llamara opresión y que el mantel fuera el olvido?

Venimos de un lugar del mundo que nos golpea y nos lleva a entender que lo único que puede salvar a un humano es otro humano. Eres tú. Así que toca elegir: ¿leemos esta carta y nos vamos a dormir?, ¿o sacamos nuestro corazón rebelde?.

Soy David González, miembro de la Junta Directiva de Zerca y Lejos, represento a más de 800 socios. Me creo embajador de los niños de N’Drock que se levantan cada día en una escuela sin techo.

Soy hermano de Thierry, baka, muerto vivo en un colchón prestado.

Amigo de Virginie, que envolvió a su hijo en telas, porque no tenía ataúd.

He caminado con la niña de Alouma, que tuve que dejar respirando, sin piel ni lágrimas, en un día de lluvia eterna, espectador de su propia muerte.

También soy nieto de Ota Benga, que se suicidó con un tiro en el pecho.

Y ahora, ¿qué hacemos? ¿Nos olvidamos que hay una guerra intelectual, entre dividirnos y separarnos?, ¿o nos conectamos tú y yo?

¿Qué hago?, ¿vuelvo a la normalidad del miedo?, ¿o me expando en amor y rebeldía?

Te escribo porque te necesito, envuelto en voz y letras. Te necesitamos, porque creemos que tu raza es la humana y tu ciudad el mundo.

Nos toca educar a una generación, nutrirla de sueños.

¿Sabes, compañero?, no somos maquinas. ¿Acaso una maquina puede fabricar una flor? ¿Cuántas personas se necesitan para alimentar a esta generación? Le hemos declarado la guerra al sufrimiento y a la miseria. Hemos enterrado a niños y niñas sin nombre antes de nacer. Ahora nos enfrentamos al mundo, el del egoísmo. Ese que crece en nosotros cada día y que hace que olvidemos lo más importante: que juntos somos más fuertes.

Necesitamos 100 socios, gente que cotice…algo, no sé, 10 euros al mes. ¿No los tienes o ya los pones? pues necesitamos que te duela. No queremos tu dinero si no te importa. Queremos conquistar un mundo diferente, arrebatar a los empobrecidos su capital: la ciudad olvido.

Súmate, hazte voluntario, socio, embajador. Llámame, estoy seguro que alguna vez has pensado en hacer algo. Actívate, vente a la sede de nuestra organización, haz un socio, yo que se…

Perdóname si te molesta que te escriba, pero más duele perder, más duele ser una generación sin vida.

Así que espero que entiendas que te acerque, que te ame y te sienta como el corazón del planeta.

Nos vemos pronto, allí donde el dolor no espera.

Salud y corazón.

David

P.D: La primera foto está tomada en marzo del 2016 cuando Hannatou estaba embarazada de Alice. En Bengbis, Camerún. La segunda foto está tomada un mes de agosto del año 2017, a unos pocos metros de dónde acaricié el vientre de su madre. Esta vez, la pequeña Alice y yo, juntos por siempre.

Puedes colaborar en:

www.zercaylejos.org/alimentalaeducacion