Os presentamos cinco historias ejemplo de la infancia en Camerún. Cinco historias que nos llegan desde las voces a grito de nuestros voluntarios de larga estancia en Djoum y Bengbis. Historias del día a día, de los niños de Camerún.
Mfoumou tiene 13 años. Es huérfana y vive con sus abuelos en una cocina. Su vida no es fácil. Una vez se cayó en una marmita y se quemó toda la región pélvica. Por falta de medios y desconocimiento sus abuelos no la llevaron al dispensario más cercano. Mfounmou no puede salir de casa cuando sus abuelos están fuera en busca de comida por miedo a que les roben. La falta de condiciones higiénicas provocaron en ella dos úlceras decúbito. En una de ella podías ver hasta el hueso, nos cuenta Cris, coordinadora del plan de Desarrollo Socioecónomico en Camerún. Miguel, otro voluntario de ZyL, se encontró con ella por casualidad. Ingresó en Bengbis y ahora, tras casi un mes de curas diarias, gritos, dolor y sufrimiento ya camina sola y sonríe cuando entras por la puerta. Está guapísima, asegura Cris.
Dilan Mvele tiene 2 años. Sufre desnutrición y ha sido operado de un Noma hace pocos días. Tal y como afirma David González, coordinador del Plan de Odotonlogía de ZyL, «un noma es una enfermedad muy grave, muy rara, que en Europa no se estudia y, por lo tanto, no existe«. Lo encontraron durante una campaña de salud este mes de julio en Djoum. Un úlcera cubría su cara. Fue trasladado al hospital de Yaounde y tras unas semanas ingresado pudo ser operado. Dicen los que le conocen que es el niño más risueño de todo Camerún. Ríe, corre, juega, es un amor. Por no decir que la herida está ya casi curada del todo 🙂 Asegura Cris.
Raphael y Virginie tienen dos años. Tienen desnutrición, pesan 5 kilogramos. Cada día supone una pelea constante de los médicos con las madres para conseguir que ambos ganen peso. Virgine ha podido irse a casa junto a su hermana Brigitte, quien gracias a los voluntarios de óptica estrena gafas nuevas. ¿Y Raphael? Dicen los voluntarios que es una alegría oírle reir. Poco a poco camina lo que sus piernas le permiten a medida que va ganando peso.
Los voluntarios de ZyL encontraron a Sandrine en Mimbil durante la campaña de este verano. Estaba desnutrida y tenía cataratas congénitas. Fue trasladada al dispensario de Bengbis donde comenzó un tratamiento. Sin embargo, su madre decidió abandonarla, aunque por suerte ya tiene una madre de acogida. Pese a que los primeros días no fueron los más fáciles para ella, dicen que verla ahora es casi un milagro. Está engordando, se rie y cada vez llora menos por las noches, asegura Cris.
Estos son los niños del sur de Camerún, las caras que hay detrás del trabajo que realiza Zerca y Lejos. Como ellos, muchos más necesitan también tu ayuda, por eso te invitamos a colaborar con ZyL pinchando aquí.
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